Por Alejandro César Suárez | @alecesarsuarez
Nuevamente, Florencio Varela fue escenario de una noticia policial de alcance nacional: el asesinato de Brenda, Lara y Morena, las tres chicas que habían desaparecido cinco días antes en La Matanza.
Nuevamente, Florencio Varela fue escenario de una noticia policial de alcance nacional: el asesinato de Brenda, Lara y Morena, las tres chicas que habían desaparecido cinco días antes en La Matanza. Una de ellas, era menor de edad.
Con este, ya son varios los episodios que se repiten una y otra vez en nuestra ciudad con las mismas características: jóvenes muertas, prostitución, drogas e inacción de las autoridades.
En 2017, cuatro jovencitas que caminaban por la Avenida Senzabello fueron acribilladas, muriendo dos de ellas y quedando heridas y sobreviviendo milagrosamente las otras dos. El hecho nunca se esclareció, y, peor aún, quedó olvidado en una maraña de burocracia policial-judicial que terminó por consagrar la impunidad.
En 2025, murió en la cárcel el ex concejal peronista y dirigente gastronómico Daniel Zisuela, quien purgaba una condena de 13 años de prisión por manejar una red de prostitución de menores de edad. En los próximos meses, dos funcionarios de la Administración Watson irán a juicio por una causa derivada de esa investigación.
Más cerca en el tiempo, un feroz tiroteo entre bandas narco terminó con una mujer muerta en el barrio San Rudecindo.
Sumemos a esto el caso -con policías involucrados- de Lucas y Lautaro, y el asesinato tampoco aclarado de Paloma y Josué.
Ahora, resultó patético escuchar al inoperante Ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, relatando cómo la banda que asesinó a Brenda, Lara y Morena transmitió la sesión de torturas y el asesinato por las redes, pero sin poder explicar por qué tamaña bestialidad es posible en el territorio que debe custodiar.
Ni hablar del papel del gobernador Kicillof, deslindando responsabilidades en la ciudad de Buenos Aires, desde Nueva York, la sede del «imperio» que tanto detesta.
Pero nada debe asombrarnos: es la misma gente que en la pandemia, les abrió las puertas de las cárceles a cientos de delincuentes mientras encerraban a la gente de bien.
¿Que las chicas fueran asesinadas en Varela fue casualidad? ¿O es el resultado de un gobierno provincial y uno municipal incapaces de frenar el avance del narcotráfico y brindar condiciones mínimas de seguridad a sus ciudadanos?
Pueden contar la historia como quieran. Lo cierto es que vivimos en una ciudad y una provincia donde es posible secuestrar, torturar y matar a tres pibas sin que nadie lo impida. No hay otra verdad que la realidad.