EDITORIAL

Piedras y tropiezos



Editorial » 01/02/2013

La imagen del buque Santísima Trinidad hundiéndose es todo un símbolo. A apenas días del show montado por el Gobierno para tapar el bochorno de la Fragata Libertad en Ghana, la realidad volvió a quedar de manifiesto. Esta vez, no hubo discursos ni fuegos artificiales, ni cháchara estéril contra los buitres y los caranchos. Lo único que hubo fue un barco insignia de la Guerra de las Malvinas perdiéndose en el fondo del mar, paradójicamente, sacando a flote la ineptitud, la desidia y la falta de previsión de los que deberían ocuparse de que estas cosas no ocurran. Por un lado, el ensayo épico, la liturgia, y el cotillón kirchnerista. Por el otro, los hechos reales, nuevamente pecando por entrometerse en medio del Relato.

 

Cuando los medios no alineados con la Casa Rosada muestran lo que pasa, se habla de la «Cadena del desánimo». El Modelo exige negar la inseguridad, la inflación, la pobreza. Para eso, dispone, con los fondos públicos, de la «Cadena del ocultamiento». Y la bajada de línea es clara: «de eso no se habla». Lo que no se muestra, no existe. Se anuncian mejoras para los trenes, pero no se habla de los muertos en la tragedia de Once. Todos los días matan impunemente a alguien en algún punto del país, pero la inseguridad solo es una «sensación» que «los medios quieren instalar». No hay pobreza, pero «se puede vivir con 6 pesos por día». «No hay problemas de energía», pero los cortes de luz son una constante.

 

En esta misma tónica, no se tolera el disenso y el que piensa distinto es el enemigo. Ya sea un actor mundialmente reconocido que pregunta cómo se enriquecen los funcionarios públicos, un periodista que se anima a denunciar la corrupción generalizada, o un director de cine que cuestiona alguna política oficial. Twitter, la AFIP, la prensa a sueldo, o los afiches anónimos sirven para perseguir, intimidar, desprestigiar y calumniar impunemente, de un modo nunca visto en los años de democracia.

 

En la época de la Dictadura, las denuncias internacionales sobre lo que pasaba en el país eran una «campaña antiargentina». Y durante la Guerra de Malvinas, el aparato informativo del Gobierno repetía con sus voceros de entonces: «estamos ganando». Menem estaba haciendo «la Revolución Productiva» y Duhalde nos dijo que «el que puso dólares, tendrá dólares». La realidad siempre termina por imponerse al relato.

Se dice que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Los argentinos parecemos empecinados en no querer aprender de nuestros tropiezos permanentes.


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