Celebró sus ocho años de actividad en el distrito la Fazenda de la Esperanza. La misa fue oficiada por el obispo emérito Luis Stöcker, acompañado por el Padre Armando Dessy, titular de la Fazenda, y el acto contó con la presencia del Intendente Andrés Watson.
Durante la celebración, se escucharon los testimonios de recuperación de dos de los jóvenes que egresaron, Maxi y Gustavo.
Ricardo Rodríguez, colaborador de la entidad dijo: “estamos hace 4 años en esta obra con mi esposa, yo fui adicto, estoy recuperado y la Fazenda es la gracia de Dios. Con mi familia decidimos devolver un poco de todas las cosas que recibimos gratuitamente”.
Rodríguez contó que hoy son 130 las Fazendas en todo el mundo, iniciadas en Brasil, hace 34 años y agregó: “se inician las fazendas en conjunto con movimientos populares y con los franciscanos. Un muchacho normal, como todos nosotros, comenzó con la experiencia de visitar chicos en las esquinas y ahí comenzó todo”.
A la Fazenda local concurren 22 chicos. “Esto no es una clínica sino un estilo de vida, es voluntario. Los chicos realizan actividades de jardinería, recuperación y mantenimiento de parques, pintura, albañilería, carpintería, huertas. Todo lo que se hace en la obra lo hacen ellos”, dijo también. Al finalizar transmitió un mensaje de esperanza hacia los chicos: “valoren lo que tienen, cuiden la vida. Todos los chicos que entran acá lo hacen sin destino, sin un foco, y luego se van sabiendo por lo que quieren luchar”.
Por su parte, la Hermana María Graciela dijo “Es una gran alegría el egreso de estos jóvenes porque es un egreso con una historia muy larga, de momentos tristes para la familia, para ellos, para nosotros, al hacerlos parte de nuestra vida, pero también de mucha alegría, de acción de gracia. Esta es una comunidad terapéutica centrada en los pilares de la espiritualidad,la convivencia y el trabajo, pero con mucha apertura. Acá no hay distinción ni de cultura, ni de credo, ni de edad, ni de estado social, ni civil”.
La Fazenda es un centro de recuperación de jóvenes con adicción a las drogas y al alcohol. La convivencia fraterna, el trabajo y una profunda espiritualidad centrada en el Evangelio, hacen de ellos hombres nuevos, capaces de insertarse en la sociedad y aceptar los desafíos que ésta les propone.