Por Alejandro César Suárez | @alecesarsuarez
Es imposible no vincular la foto de Lara, la chica de 27 años que murió de COVID esperando una cama en un hospital santafesino, con la imagen de Zannini, afirmando «no arrepentirse» de haberse vacunado haciéndose pasar –él y su mujer- por «personal de salud».
Aunque para Alberto Fernández «no es un delito adelantarse en la fila», según lo dijo con su catadura moral habitual cuando justificó a los «vacunados VIP», cada uno de los que se robó una vacuna se robó la vida de otro argentino.
Las cifras del Coronavirus en Argentina pulverizaron las filminas comparativas del Presidente: somos el país con más muertos por millón de habitantes y menos del seis por ciento de los argentinos fueron vacunados con las dos dosis. Es un buen momento para preguntarnos en qué quedó aquella frase de la Ministra por herencia ab intestato Carla Vizzotti, acerca de que el tiempo de confinamiento había servido para «preparar el sistema de salud».
Sin embargo, se decidió volver a encerrarnos y el Gobierno sigue buscando desviar la atención de la gente para disimular el lamentable manejo de la Pandemia. Hasta el Jefe de Gabinete de Kicillof, Carlos Bianco, salió a sentenciar que «la oposición y los medios influyeron en la cantidad de muertes». Lo dijo, claro, el integrante de una facción política que privilegió a sus funcionarios, escribas a sueldo, militantes, parientes y hasta amantes con la distribución de las pocas vacunas que lograron traer, que siguen llegando a cuentagotas y que buscan revestir con el habitual «relato épico» que cada día tiene menos creyentes.
Mientras sigue sin aclararse por qué no recibimos las 14 millones de vacunas que el laboratorio Pfizer había puesto a nuestra disposición, ni cuándo se aplicarán las segundas dosis que en principio iban a ser inoculadas 21 días después de la primera, ni qué fue lo que pasó con las vacunas misteriosamente «desaparecidas» en el trayecto entre el Hospital Posadas y El Calafate, el sesgo autoritario del Gobierno toma forma en cada declaración. Así, la incalificable Ministra de Seguridad de la Nación, Sabina Frederic, no se privó de amenazar a los que se fueron a la Costa durante el último fin de semana largo con «no permitirles regresar a sus casas» hasta fin de mes. Mayor Chavismo explícito, no se consigue. ¡Qué bueno sería si ella y el Gobierno pusieran tanto esmero en perseguir a los malvivientes que se adueñaron de las calles como lo hacen con los comerciantes que simplemente buscan trabajar o los ciudadanos que solo quieren desplazarse libremente!. Eso sí, «No hay que hacer política con la Pandemia» dicen repetidamente desde el oficialismo.
Si alguna duda cabe sobre cuáles son las prioridades del Gobierno en estos tiempos dramáticos, la despejó Mario Secco, el intendente K de Ensenada, famoso por irrumpir, con piedras y cartuchos, en la Legislatura bonaerense en 2017, para tratar de impedir la sanción de una ley. Dijo el jefe comunal, al lado de Alberto, Cristina y Massa, mientras anunciaban la inauguración de unas casas sin techos: «Si quieren venir que vengan, que les daremos batalla», desafiando a la oposición, refiriéndose inequívocamente a las próximas Elecciones. Pero ni siquiera fue original. En 1982, el dictador Leopoldo Fortunato Galtieri había dicho lo mismo. Y así terminó.
Nosotros, lo que queremos que vengan, son las vacunas.