Por Luján Kunzi
Juan Carlos Marsili descubrió a muy corta edad que su vocación era la música. Hoy en día cuenta con su propia productora, en la que graba sus canciones como cantautor, además de incursionar en los covers en los que deja su propio estilo.
«Mi desafío es lograr que mi música emocione, que haga reflexionar, que se identifiquen con lo que canto, que los oídos sean solo un breve camino para impactar al corazón. Que la música lleve paz, esperanza, amor, nostalgia, amistad, romanticismo. Que mi música no solo sea escuchada, sino también asimilada, que genere deseos de cambios en el alma y sobre todo en el espíritu», comentó a Mi Ciudad y añadió: «Que transforme vidas vacías en sueños e ilusiones, que lleve suficientes motivos para vivir, para comenzar de nuevo, para intentarlo nuevamente, para creer que hay un Dios que nos dio vida para vivirla de manera intensa y generosa».
Desde muy chico Juan Carlos se formó en la iglesia evangélica, siendo el segundo hijo del reconocido pastor Juan Eduardo Marsili, miembro fundador de la Primera Iglesia Evangélica Bautista del distrito. «Desde siempre me gustó la música», señaló Juan y agregó: «A los 10 años comencé a tocar la guitarra y a los 14 el piano».
Hizo su primaria en el Instituto William Morris y en la secundaria en la Escuela Nacional de Comercio. Sus estudios terciarios también fueron en nuestra ciudad, en la Escuela de Arte Republica de Italia, pero ya contaba con una marcada formación, propia de su actividad en la Iglesia que lo vio desarrollarse como músico autodidacta, y en la que ejecutaba varios instrumentos.
«El apoyo y la confianza de mis padres fueron fundamentales para desarrollarme en el mundo de la música. «A mi papá le gustaba cantar (cantaba muy bien) y además de tener buen gusto por la música, sabía que era importante para inspirar a otros en la vida y para adorar a nuestro Dios creador, y a su Hijo Jesús, nuestro Salvador}», exclamó con una sonrisa y aseguró: «Por eso con él teníamos una conexión especial y una admiración mutua. Yo lo admiraba como papá, como líder religioso, como predicador, como hombre sabio y de un gran intelecto; y él por mi trayectoria como músico y cantante».
Su pasión por la música comenzó temprano. «Mis estudios en teoría musical me confirmaron mi pasión desde chico. Recuerdo que a mis 8 años me era difícil mantener la atención constante a las predicaciones, y en mis pensamientos aparecían notas musicales, con sus escalas e intervalos y los imaginaba dentro mío, como si los estuviera escuchando», y añadió: «Es por ello que mis estudios me recordaron que esa imaginación de niño contenía una base teórica».
Sus primeros trabajos comenzaron en 1990, cuando grabó su primera producción discográfica. A partir de ahí, comenzó a ser consciente del mundo de la música. Además de ser profesor de música y de dictar clases en el Instituto Educativo « De Las Artes Y Las Ciencias», donde grabó canciones de su autoría y de María Elena Walsh, también elaboró un disco para chicos de todas las edades y el Himno de la Escuela, siendo esta la primera producción infantil en su carrera.
Durante esa década siguió produciendo dos discos de carácter Gospel (en 1995 «Himnos y Canciones del Corazón» y en 1998 «Construiré»), todas canciones de su autoría haciendo referencia a sus vivencias. En 2000 grabó como solista para la banda de rock «Heart to Heart»; además, incursionó en el folklore siendo integrante del grupo «Los viajeros» junto a Julio Sotelo y Hector Normando, con quienes grabó dos discos.
Dos años después fue protagonista principal en dos comedias musicales que se presentaron en el teatro Broadway. «Ahí el desafío no solo fue cantar, sino también actuar con textos y movimientos sincronizados en un trabajo coreográfico de excelencia, gracias a la ayuda de profesores de teatro y de coreografía», «Ambas producciones tenían un contexto de historias reales bíblicas: «La nueva creación» que trataba acerca del diluvio y el arca de Noé, y la otra «José, sigue tus sueños» sobre la vida de José y sus logros en base a su fe en Dios».
En 2006 presentó su trabajo discográfico «Amor Divino», en escenarios e iglesias de Buenos Aires. El cual, luego de una gira por Estados Unidos, fue nominado en nuestro país a Mejor Álbum por Edición G.
Dos años después, se convirtió en cantante y solista de la orquesta «Shekinah Gospel Brass», compuesta por 30 músicos que tocan diferentes instrumentos de percusión y viento. «Yo creo en la música como un modo de expresión universal, donde no existen fronteras, donde las palabras sobran y todo se hace melodía hecha canción para decir lo que sentimos con total libertad. Mi fuente de inspiración siempre será Dios, porque de Él emana la vida» y agregó: «Es Él quien nos provee de todo lo que tenemos alrededor para disfrutarlo, para apreciarlo y para expresarlo con música».
No obstante, gran parte de su trabajo se debe a su pasión por la música, la misma que lo llevó en 2012 a crear su grabadora «JCM Productora». «Como productor y arreglador mi propósito es ayudar y asesorar a nuevos artistas, músicos y bandas», comentó.
En 2014 compuso y produjo junto a Rodrigo Ures dos comedias musicales muy divertidas y creativas: «Aventuras en Plaza Taza» y «Disparate con Limón» que fueron grabadas en JCM Productora y presentadas en La Plata.
En estos tiempos difíciles para realizar eventos públicos, sigue cantando y produciendo música por medio de las redes sociales. «Cuando elijo una canción es porque me impacta y la quiero expresar con mis palabras, con mi estilo, y con empatía por los que sufren, pero también con esperanza», manifestó.