Por Ramón César Suárez
Por RAMON CESAR SUAREZ (Fundador de MI CIUDAD)
Estábamos llegando al final del año 1953. El Concejo Deliberante era presidido por el peronista Miguel Telésforo Salvá. Según me
testimoniara años atrás el entonces Diputado Provincial por la
UCR Dr. Alfredito R. Scrocchi lo hacía con gran corrección y eficacia.
Esto último era lo más sorprendente porque el titular del
pequeño parlamento, no era propietario de pergaminos en
profesión alguna o de antecedentes intelectuales. No obstante
ello, era un autodidacta, que aprendió mucho de historia y algo
muy importante siempre, tener respeto a los demás y luego
exigir un trato reciproco. Salvá era un vecino sencillo, que venía
de hogar humilde pero decente. Era muy emprendedor pero la
suerte le fue esquiva. Sus últimos intentos no tuvieron éxito económico.
Instaló una fábrica de soda y èl mismo se encargaba de
distribuirla entre sus amigos clientes. Lo hacía en un carro tirado
por una famélica yegua blanca, que le fue sustraída, lo que terminó con ese intento industrial- comercial.
Recuerdo que mi madre, oriunda de Adrogué, un día viajando
hacia aquel pueblo de Almirante Brown, reconoció al equino sustraído a Salvá, pastando libremente a la vera de la Avda. Gobernador Monteverde, visión sobre la que no tuvo duda en razón de la poca velocidad que desarrollaba el ómnibus de la Empresa de Transportes “San Vicente.” La yegua nunca pudo
ser recuperada.
Posteriormente, haciendo nuevamente uso de su natural ingenio,
Salvá inventó un semáforo, que puesto a prueba resultaba eficaz, pero pese a interesar a personas con influencias para compartir las ganancias, fue injustamente desechado, tal vez porqué Don Miguel “no tenía dinero para hacer más dinero”, fórmula ésta que de llevarse a cabo, no falla nunca...
Lo cierto es que su actividad justa e idónea causaba sorpresa no sólo entre los concejales peronistas sino también especial reconocimiento en sus opositores, los miembros del grupo
radical.
Respecto al estado de las relaciones entre ambos partidos, todos pueden certificar que eran inmejorables: se apoyaba por unanimidad lo conveniente para la comunidad, se discutían en ejercicio del razonamiento las encontradas opiniones, pero no había convivencia ilícita ni enfrentamientos que solo paga el contribuyente que los votó para conducir los destinos de Florencio Varela.
(VER NOTA COMPLETA EN LA REVISTA EXTRAORDINARIA DE MI CIUDAD: EN TODOS LOS PUESTOS DE DIARIOS DE VARELA).