Por Alejandro César Suárez | @alecesarsuarez
Cartón lleno. Cristina, Boudou, De Vido, José López, Felisa Miceli, Ricardo Jaime, Sergio Uribarri, Romina Piccolotti y Milagro Salas, condenados por corrupción.
Cartón lleno. Cristina, Boudou, De Vido, José López, Felisa Miceli, Ricardo Jaime, Sergio Uribarri, Romina Piccolotti y Milagro Salas, condenados por corrupción. Luis D´Elía, condenado por tomar una Comisaría. El intendente Espinoza, procesado por abuso sexual. El «periodista militante» Guazzorra, condenado por violencia de género y procesado por abuso sexual. Pedro Brieger, otro periodista K, denunciado por abusos sexuales varios. El ex gobernador Alperovich, condenado por violación. El ex Senador «Loco» Romero, de La Cámpora, denunciado por abuso sexual. El ex líder de los gastronómicos y ex concejal de Florencio Varela Daniel Zisuela, condenado por promover la prostitución de menores de edad. Y ahora, Alberto Fernández, denunciado por golpear a su mujer. El kirchnerismo tiene cubierto casi un Código Penal entero.
Sin embargo, muchos de sus integrantes eligen seguir actuando como el avestruz, escondiendo sus cabezas adentro de la tierra. Empezando por la propia Cristina, que luego de tomarse algunos días luego de la denuncia de la ex Primera Dama, publicó un extenso comunicado en el que se la pasa hablando de ella misma y ni siquiera menciona a Fabiola. Como si Alberto hubiera nacido de un repollo, y no fuera la creación de su «dedo mágico», que lo inventó para ganar unas Elecciones a las que sola nunca podría haberse presentado. Y como si ella no hubiera sido parte de su gobierno.
Y como no hay otra verdad que la realidad- Perón dixit- las máscaras de estos adalides de los derechos humanos se siguen cayendo día a día.
Estos embanderados de «el Estado presente» son los mismos que nos sermonearon y encerraron durante la Pandemia. Y que estaban de fiestita en fiestita cuando miles de argentinos se fundieron por no poder trabajar, murieron al no tener las vacunas que repartieron entre sus amigos, o no pudieron despedir a sus muertos. ¿Quién recuerda hoy a Pablo Musse, el padre al que no lo dejaron ver por última vez a su hija, que estaba muriéndose de cáncer?
Son los mismos que predicaban contra la discriminación, pero pusieron al frente del INADI a Victoria Donda, que explotaba a su empleada. Los que crearon el Ministerio de la Mujer, que manejaba 85.000 millones de pesos por año pero cuya titular no movió un dedo cuando recibió la denuncia de Fabiola contra el Presidente. Y los que le gritan a todos sus opositores que «son la dictadura», pero hicieron oscuros negocios con los «democráticos» Chávez y Maduro.
El ojo negro de Fabiola es la más representativa fotografía del impacto del kirchnerismo en la Argentina de los últimos años. Un golpe, varios en realidad, que dejaron un país en ruinas, lastimado, y en una situación de la que no va a ser fácil recuperarse.
Con el affaire Alberto, se cae la última máscara de una mentira que embaucó a muchos, durante demasiado tiempo. Una fábula descarnada en la que como en casi todas ellas, los villanos se quedaron con las riquezas del Pueblo, al que sólo le tiraban sus sobras para mantenerlos lo suficientemente hambrientos y dependientes como para mantenerse en el Poder y conservar sus privilegios.