Hace no mucho me puse a ver cómo un holandés refunfuñaba porque su celular no funcionaba al pasarlo por el escáner del supermercado y no podía pagar. El holandés frustrado, que había empezado a mirar para todos lados, no encontraba solución y chistaba mientras masticaba unos panecillos que se había comprado. Le echaba la culpa a la máquina, era raro verlo discutir con un posnet. Se acercó entonces la empleada del supermercado que lo acompañó a otra caja para intentar probar otra cosa mientras su compañera sostenía la persiana un martes de lluvia a las diez de la noche. Harta y hambrienta de observar pasivamente pasar un mal momento al holandés, le ofrecí pagarle el porrón de cerveza y él a cambio me dio tres panecillos de la panadería que ya estaba cerrada. Acepté. «Trueque» le dije, es un negocio. Y le conté en dos ...
Por Nahir Haber
Por Nahir Haber
Cuando tenía 7 años, en el colegio teníamos una granja y a todos les gustaba pensar que eso nos hacia distintos, que la educación era revolucionaria porque era libre gracias a eso. Y en parte debemos admitir, así lo era.
Un día, en esas excursiones a la granja, las maestras llevaron dos cursos juntos con ambos turnos (tarde y mañana). Éramos como cien chicos con olor a sanguche de milanesa en el escolar que nos transportaba. La idea de ir a la granja era siempre actividades de esparcimiento más alguna que otra lección sobre los valores y el cuidado del planeta. Las actividades fueron interrumpidas por un casting que algunas de las maestras propuso: estaban buscando a la Campanita para Peter Pan.
Así una larga fila de niñas se presentaron esa tarde al lado del estanque para mostrar quién encajaba mejor para ese rol. Una a una pasaban las Campa...
Por Nahir Haber
Entre los 7 y los 17 años con mi hermano Lucas nos peleamos mucho. Eran peleas insoportables exacerbadas por el amor a lo material, como consecuencia de haber desarrollado gustos opuestos por el juego.
Todo era un buen motivo para disentir, para exponer su opinión con violencia y extremismo con tolerancia cero a participar con el otro en esas condiciones. Estos episodios se acentuaban en época de vacaciones porque era cuándo teníamos más tiempo libre. Ahí era cuando intervenía Jorge, que, abrumado por escuchar las peleas como música de fondo de sus vacaciones, se encargaba de darnos tareas y castigarnos, mientras Nora nos pedía «por favor». Pero cuando de verdad ellos llegaban al punto de ebullición donde ya no había reparo ni ducha fría que nos distancien, nos decían «parecen los hijos de Juan Alberto». Y todos hacíamos silencio absoluto. Autom&aa...
Por Nahir Haber
Cuando terminé la escuela y me concentré en pensar por mis propios medios, me gustaba creer que los humanos estábamos hechos de polvo y usábamos un traje de cuerpo que lo estiramos, lo adelgazamos, lo vestimos, lo maquillamos y a la noche lo dejamos descansar en una bici fija o en una silla, estiradito para que repose y se mantenga sin arrugas. Así a la noche, el traje respira de toda esa presión social y nosotros somos nosotros, no hablamos, no escuchamos. De ese modo, todo lo que le pasaba a ese cuerpo es del traje y no propio. Los lamentos son del traje, así como las enfermedades y el estrés.
Sin embargo, extendí, con un poco más de años, el escepticismo a la salud. Aquello que me daba igual, ahora me da miedo. Porque todo puede ser un síntoma de algo más grande que está creciendo adentro mío y como las peores cosas, lo hace en silencio. Por eso escucho demasiado al cu...
Por Nahir Haber
Seguramente saben que hay distintos tipos de memoria. Hay gente que tiene memoria literal, visual o hasta auditiva. Nunca me animé a googlear sobre esto pero sé que tengo memoria olfativa y lo sé desde muy chica.
Por ejemplo cuando yo tenía cinco años mi hermano más chico había nacido hacía unos meses y el pelo le estaba creciendo, me acuerdo que mi mamá lo llenaba de productos con olor a bebé pero en la cabeza siempre tenía olor a tierra mojada. Yo no quería otro hermano y Nora nos sorprendió a todos y ese es su olor, el olor de Pablo y ese es el olor a la protección absoluta. También me acuerdo del olor de una tía que falleció. Como era muy gorda y muy hippie todos le prestaban mucha atención porque era un personaje, tenía un olor muy particular a incienso y a crayón. Como fue ella quien me regaló mi primer cuaderno en blanco y ...
Por Nahir Haber