Las plagas

«Hay funcionarios que no funcionan», dijo Cristina, sobre el gobierno que ella integra. La frase resulta liviana ante el incierto panorama que se vive en un país cuyo rumbo nadie conoce.
Con más de un millón de infectados, el fracaso de la cuarentena más larga del mundo ridiculizó aquellas bravatas comparativas con otros países que el Presidente nos mostraba como «Maestro Ciruela» con sus filminas en el inicio de la Pandemia. Para colmo, Argentina quedó afuera de las estadísticas mundiales sobre el COVID...

Mérito y vergüenza

La frase causó asombro y dio la vuelta al mundo. Nada menos que el Presidente de la Nación, Alberto Fernández, dijo «sentirse avergonzado» por la «opulencia» de la ciudad de Buenos Aires. ¿Alguien puede imaginarse a Angela Merkel manifestando su vergüenza por la majestuosidad de Berlín? ¿O a Emmanuel Macron lamentándose por la belleza de París? Seguro que no. Ni siquiera es posible pensar al dictador Nicolás Maduro quejándose por la pintoresca Caracas.
Al presidente, lo avergüenza...

Trágico y bizarro

El kirchnerismo lo intenta de nuevo. Más allá de su inconcebible «apuro» en medio de una Pandemia, la «reforma judicial» con la que se pretende avanzar peligrosamente sobre uno de los tres poderes del Estado es inconstitucional. La Carta Magna prohíbe expresamente quitar a algún imputado de la órbita de su «juez natural». En su artículo 18, se lee: «ningún habitante de la Nación puede ser sacado de los jueces designados por la ley antes del hecho de la causa». Y esta pretensión ...

Los dichos y los hechos

Luego de que el Presidente Fernández hablara de sus intenciones de terminar con las divisiones e hiciera una arenga contra los «odiadores seriales», el ex dirigente kirchnerista Luis D´Elía y el sospechado sindicalista «Pata» Medina coincidieron públicamente en pedir que Macri sea «colgado en la Plaza de Mayo». Unas semanas más tarde, el propio Presidente comparó a su antecesor con «una pandemia sin virus que sumergió a la gente en la pobreza». Para sumar más ondas de amor y paz, Hebe d...

Ni un centímetro

Cuando Cristina Kirchner apretó un botón y dejó sin voz a la oposición en el Senado hizo mucho más que cerrar arbitrariamente un debate. Estaba dando rienda suelta a su deseo más íntimo, el viejo anhelo de «ir por todo».
Cristina y gran parte de los que integran la coalición gobernante sueñan con un país sin oposición, o con una oposición debidamente disciplinada, y sobre todo, con un país sin periodistas críticos, donde solo tengan lugar sus conocidos adulones a sueldo.